Casi siempre la discusión entre las personas que les interesa el funcionamiento de un mercado en específico, sean o no sean economistas, se ha centrado en un alegato entre posiciones mas o menos liberales frente a otras que defienden la intervención de los órganos estatales en los mercados.
Esta diferencia, ya sea basada en argumentos teóricos sólidos de cada una de las partes o simplemente en ligeras opiniones personales, ha ayudado a construir un muro de división que a veces parece infranqueable. Es decir, en una discusión, siempre se defiende un lado contra el otro como si se tratase de dos lados contrarios, dos colores incombinables.
En el caso de México, incluso han sido identificadas en parte por grupos sociales y políticos, añadiendo más leña al fuego de la confrontación. Lo que ha provocado esto es que el análisis desaparezca cada vez más, o que se haga en espacios donde la luz pública no penetre del todo, pues la sola mención de una de las partes lanza de inmediato una señal de identificación con alguno de los dos lados, como si se tratara de un duelo futbolero: si dices algo bueno del América eres americanista, si dices algo bueno de las Chivas, entonces eres chiva de corazón, sin importar que un análisis objetivo de ambos equipos denotaría sin lugar a dudas defectos y virtudes para los dos.
Entonces algo tan importante como una Reforma del Estado, queda reducido, al menos en el plano electorero y mas o menos en el plano social, a la lógica de las porras: los que logren hacer que más electorado se identifique con ellos, ganan una elección, sin importar si los mecanismos que proponen funcionan o no, porque el análisis no es público y es más, a casi nadie le interesa.
Las políticas públicas entonces se diseñan en lo oscurito, donde sí hay análisis. Pero lo hacen en corto, sólo unos cuantos interesados. Es esta “mesa de análisis” la que pesa de más, donde los invitados sí tienen voz y voto, pero que han logrado su inclusión no por méritos democráticos ni por representatividad republicana, sino por contar con privilegios derivados de su peso económico y político, derivados incluso de su posición social.
Hasta ahora, el gran peso que da el voto a la participación ciudadana ha hecho parecer menos importante el análisis: lo importante es por quién votas para que tome las decisiones, no cómo y por qué las va a tomar. Parece más importante que decidas de qué lado estás.
Abrir el análisis supone revalorar la reflexión en todos los ámbitos posibles; en las pláticas personales, en el café, en la reunión, en la familia, en el aula, en las tribunas.
Esto supondría dar a las porras un peso más justo, para propiciar que se tomen las decisiones en forma más democrática y oportuna sin que el obstáculo sea la división que provocan las etiquetas impuestas por los prejuicios. Las preguntas serían otras, con respuestas más útiles.
Cute A Hairstyles To Try In
Hace 2 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario