domingo, 25 de octubre de 2009

Momento decisivo para las universidades públicas

Raúl Arias Lovillo*

Son momentos decisivos para la educación pública. Ante la difícil situación que tendremos que enfrentar por el problema presupuestal del conjunto de nuestras casas de estudio, la Asamblea de la Asociación de Universidades e Instituciones de Educación Superior de México (ANUIES) es el termómetro fiel del estado de ánimo de las comunidades académicas del país. Así se demostró en la XL reunión del organismo nacional que tuvimos en Tampico, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), el jueves y el viernes de la semana pasada.

La incertidumbre y los cuestionamientos reinaron en la reunión. Hubo también desencanto y coraje. Mis colegas rectores expresan un sentimiento que compartimos todos: frustración porque todo indica que los logros académicos obtenidos a fuerza de voluntad y compromiso, no tienen correspondencia en materia de recursos para seguir adelante.

El tema del financiamiento está en el primer lugar de la agenda institucional. De eso no hay duda: todas las funciones sustantivas, proyectos y decisiones fundamentales, se ven marcadas por la situación financiera. No se trata sólo de un impacto sobre las tareas cotidianas de gestión, a cuyas limitaciones nos hemos habituado; me refiero a las consecuencias que esta contracción tendría en la Universidad Veracruzana en términos de su planeación estratégica, esto es, del futuro que queremos ir construyendo para las nuevas generaciones.

La disminución, el recorte o la falta de incremento –al menos respecto de la inflación inocultable– nos afecta gravemente. Veamos la gravedad del asunto: está planteado a la Cámara de Diputados por parte del Poder Ejecutivo Federal una disminución de 2 mil millones de pesos sobre el subsidio ordinario y 5 mil millones más sobre los fondos extraordinarios. El golpe es durísimo: paralizaría el desarrollo de la educación superior pública con impredecibles consecuencias. Eso no se puede ocultar.

Era ineludible definir colectivamente nuestra postura ante la amenaza evidente, y señalar los caminos a seguir como asociación representativa del grueso de las instituciones educativas del país. En primer lugar, y eso lo dije en la Asamblea, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos acudir a los dos frentes que nos son naturales, nuestras propias comunidades y ante la opinión pública, para que ambas robustezcan nuestra posición ante los legisladores, que en las próximas semanas tendrán que resolver los montos del presupuesto de egresos, una vez que se apruebe el controversial presupuesto de ingresos que hoy está en manos del Senado de la República.

Precisamente por todo ello, creo que son horas decisivas para la educación pública. Cada comunidad universitaria tiene que hacer su parte. A la Universidad Veracruzana la propia, la que resume deber y compromiso. En primer lugar, en ningún momento debe decaer el ánimo.

Le consta a nuestra comunidad y a la sociedad veracruzana que en otras circunstancias semejantes hemos actuado con responsabilidad y con prudencia. Hemos intentado poner por delante inteligencia, madurez y estrategia. Esta última, para sacar ventaja de la adversidad, de no dejarnos dominar por la pasión que ciega ni por el conformismo y el descuido que echa a perder lo logrado.

Por eso, lo prioritario es preservar lo que tenemos como comunidad: nuestra unidad y nuestras fortalezas académicas y culturales. Con ello, tenemos nuestro proyecto de futuro asegurado. Habremos de prepararnos para lo peor con lo mejor. Que no es poco.

Nuestra comunidad tiene historia, fortaleza académica y una gran reserva moral. Y tiene un proyecto de futuro al que no vamos a renunciar jamás. Nos anima, además, –y por supuesto que me incluyo–, que en el presente la comunidad trabaja intensamente y no le da tregua al inmovilismo ni a la duda.

Tenemos los motivos institucionales y las claves pedagógicas para reformar, innovar y transformar el modelo educativo en su esencia. Contamos con un factor que dinamiza el proceso: el programa Aula que está en marcha a gran velocidad. Estamos sentando las bases organizativas, técnicas y jurídicas para la descentralización, una descentralización que no fracciona sino que fortalece la unidad de la Universidad Veracruzana.

Asimismo nuestros proyectos de investigación y del posgrado galvanizan la sustentabilidad, generan y reproducen conocimiento, y son determinantes en el papel que desempeña la UV como palanca del desarrollo. Tenemos a nuestro favor, como si fuera poco, un proyecto arquitectónico extraordinario que resume el carácter humanístico y el compromiso de nuestra comunidad con el pensamiento elevado y con el desarrollo cultural: la construcción de la Sala de Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX). Tenemos más, muchos más, para enfrentar este nuevo desafío.

Pero sobre todo, en esta hora decisiva para las universidades públicas, y en especial para la Universidad Veracruzana, estoy seguro de que está de nuestra parte la sociedad, las veracruzanas y los veracruzanos que han visto la sinceridad y la calidad de nuestro esfuerzo académico, quienes en esencia, son ellos y sus hijos que acuden a las aulas, la razón de ser de nuestra casa de estudios.

Por ellos, por Veracruz, seguiremos luchando por la defensa de la universidad pública. Por un financiamiento suficiente y decoroso, y por su aplicación cuidadosa y transparente.

* Rector de la Universidad Veracruzana

domingo, 18 de octubre de 2009

Las universidades públicas: lucha sin tregua



Raúl Arias Lovillo*

Los universitarios nos preguntamos muchas veces con cierta perplejidad acerca de las razones que pueden tener algunos sectores gubernamentales para escatimar los recursos a la educación superior, la ciencia y la tecnología.


Si observan, dije “escatimar”, no negar. Los gobiernos no niegan los recursos. Es cierto. Pero los reducen, los distribuyen no pocas veces con discrecionalidad, asignan montos y seleccionan a quién o a quiénes primero, o a quién o a quiénes después. No puedo asegurar que las razones de esta actitud son políticas, pero no puedo dejar de decir que son indebidas. Pero lo peor de todo, es que en los últimos años, el poder ejecutivo ha enviado a la Cámara de Diputados propuestas de presupuestos avaros para la educación superior. Pareciera, entonces, que la lógica del gobierno federal no encaja con la lógica del desarrollo de las universidades.


Cada año, como si fuera un ritual, tenemos que hacer el recorrido a la Cámara de Diputados a demandar, primero, que no se reduzcan los recursos y que se modifique el presupuesto de egresos presentado por el poder ejecutivo; y segundo, que del presupuesto aprobado, fijen a las universidades lo que es justo para que estén en condiciones de cumplir con sus funciones.


Entendemos perfectamente la situación del país, sabemos que todos tenemos que poner nuestra parte en la situación económica que enfrentamos. Pero aquí, el tema es lo que creemos cada uno de los sectores involucrados acerca del papel de la educación: me refiero al gobierno, a las comunidades educativas a los legisladores y a la sociedad misma.


¿Es útil invertir en educación? ¿Vale la pena que se destinen más recursos a las casas de estudio superior, ciencia y tecnología, en situaciones como las que vive el país? Los rectores, las comunidades universitarias, sectores importantes de la sociedad, y creo yo, sinceramente que algunos gobernadores como Fidel Herrera y otros, y no pocos legisladores, consideramos, que sí, que en el marco de la crisis, sí vale la pena y que la mejor vía para que las naciones alcancen niveles de competitividad internacional, formen capital humano para el desarrollo y modulen una sociedad civilizada y segura de su porvenir, es invertir sin cortapisas en educación.


El tema es que hay un sector influyente que se opone a ello. Sus voceros han acuñado frases huecas pero efectivas para denostar a las universidades públicas: “fábricas de desempleados”, “barriles sin fondo”, o decir que no rendimos cuentas como lo inventó el CONEVAL, y todas son falsedades del tamaño de catedrales.


Buenas universidades públicas, competitivas, con altos niveles de investigación, es lo que el país necesita. Consagradas a ese objetivo, colocadas en ese trayecto, admitiendo que ese ha sido nuestro compromiso, la gran mayoría de las universidades exigimos lo justo en términos presupuestales.


Lo hacemos convencidos de que el país tiene que salir de esta prolongada situación de incertidumbre. No lo va a lograr con una sociedad atrasada educativa y tecnológicamente. No lo hará si no cuenta con universidades de alto nivel científico. Entiéndase: el éxito económico de las naciones desarrolladas ha descansado en la educación. Lo confirman una y otra vez los premios Nobel de economía: en tiempos de recesión lo mejor es invertir en educación, que será la garantía de que el país se recupere sobre bases firmes y cuente con los recursos humanos para fortalecer las bases del crecimiento económico.


Bajo esta perspectiva, las instituciones de educación superior y de investigación, se vuelven estratégicas para el desarrollo nacional. Nuestra convicción tiene este sustento. Hemos tenido que superar incomprensiones y lo cierto es que hemos ganado terreno entre amplios sectores de la sociedad. Cada vez son más los sectores que creen que el futuro del país se sustenta en una mejor educación superior y que debe recibir el apoyo necesario para su desenvolvimiento.


Precisamente en el marco de la XL Sesión Ordinaria de la Asamblea General de la ANUIES, que celebraremos los próximos 21 y 22 de octubre en Tampico, Tamaulipas, vamos a evaluar la situación que guarda el tema del presupuesto para el 2010.


Hoy, nuevamente estamos frente a un momento trascendental para el futuro de la educación superior. Es nuestro deber moral defender nuestros recursos, es parte fundamental de nuestro compromiso con la sociedad no permitir un retroceso en los avances que tanto nos ha costado lograr en cuanto a la obtención de mayores recursos financieros. Es momento de salvaguardar, con toda nuestra fuerza y convicción, los intereses de nuestras instituciones.


A eso acudiremos los rectores a la Asamblea de la ANUIES: no sólo a fortalecer la defensa de nuestro patrimonio, sino también a promover la gestión de mayores recursos y mejores condiciones para nuestras universidades.


Revalidaremos el papel de las universidades en la sociedad, defenderemos nuestros principios, fortaleceremos a la educación superior y, por consiguiente, reafirmaremos nuestro compromiso con el desarrollo social de México.


Rector de la Universidad Veracruzana*


miércoles, 7 de octubre de 2009

jueves, 1 de octubre de 2009

XXII Congreso Nacional de Estudiantes de Economía


XXII Congreso Nacional de Estudiantes de Economía
México: Medidas y soluciones para resarcir el impacto originado por la crisis económica

Estimados lectores del blog,

como ustedes ya saben este evento se llevará a cabo los días jueves 12, viernes 13 y sábado 14 de Noviembre del año en curso en Cancún, Quintana Roo.

El costo por carnet es de $2,500. Incluye 3 noches de hospedaje con desayunos, comidas, una cena buffet, una noche de antro, un coctel de gala en la playa, material académico, constancia con valor curricular, conferencias, mesas de trabajo, talleres, etc. El transporte lo va a poner la Universidad así que no deben de preocuparse por eso.

La política de pago será cubrir el primer pago con un monto de $1,500 entregándoselo a Roberto Amaro, Everardo Paíz o con un servidor Nicko De Miguel, a más tardar el día 12 de Octubre en la mañana, ya que el depósito se realizará al mediodía. Los restantes $1,000 se darán en las próximas dos semanas y tendrá como fecha límite el día 26 de Octubre.

Las personas que se quieran ir y/o regresar vía aérea deberán comunicarse con alguno de nosotros para que estemos enterados.

Cualquier duda o aclaración, quedamos a ustedes. Gracias.

Nicko De Miguel
Miembro de la Mesa Directiva Regional Sur