domingo, 18 de octubre de 2009

Las universidades públicas: lucha sin tregua



Raúl Arias Lovillo*

Los universitarios nos preguntamos muchas veces con cierta perplejidad acerca de las razones que pueden tener algunos sectores gubernamentales para escatimar los recursos a la educación superior, la ciencia y la tecnología.


Si observan, dije “escatimar”, no negar. Los gobiernos no niegan los recursos. Es cierto. Pero los reducen, los distribuyen no pocas veces con discrecionalidad, asignan montos y seleccionan a quién o a quiénes primero, o a quién o a quiénes después. No puedo asegurar que las razones de esta actitud son políticas, pero no puedo dejar de decir que son indebidas. Pero lo peor de todo, es que en los últimos años, el poder ejecutivo ha enviado a la Cámara de Diputados propuestas de presupuestos avaros para la educación superior. Pareciera, entonces, que la lógica del gobierno federal no encaja con la lógica del desarrollo de las universidades.


Cada año, como si fuera un ritual, tenemos que hacer el recorrido a la Cámara de Diputados a demandar, primero, que no se reduzcan los recursos y que se modifique el presupuesto de egresos presentado por el poder ejecutivo; y segundo, que del presupuesto aprobado, fijen a las universidades lo que es justo para que estén en condiciones de cumplir con sus funciones.


Entendemos perfectamente la situación del país, sabemos que todos tenemos que poner nuestra parte en la situación económica que enfrentamos. Pero aquí, el tema es lo que creemos cada uno de los sectores involucrados acerca del papel de la educación: me refiero al gobierno, a las comunidades educativas a los legisladores y a la sociedad misma.


¿Es útil invertir en educación? ¿Vale la pena que se destinen más recursos a las casas de estudio superior, ciencia y tecnología, en situaciones como las que vive el país? Los rectores, las comunidades universitarias, sectores importantes de la sociedad, y creo yo, sinceramente que algunos gobernadores como Fidel Herrera y otros, y no pocos legisladores, consideramos, que sí, que en el marco de la crisis, sí vale la pena y que la mejor vía para que las naciones alcancen niveles de competitividad internacional, formen capital humano para el desarrollo y modulen una sociedad civilizada y segura de su porvenir, es invertir sin cortapisas en educación.


El tema es que hay un sector influyente que se opone a ello. Sus voceros han acuñado frases huecas pero efectivas para denostar a las universidades públicas: “fábricas de desempleados”, “barriles sin fondo”, o decir que no rendimos cuentas como lo inventó el CONEVAL, y todas son falsedades del tamaño de catedrales.


Buenas universidades públicas, competitivas, con altos niveles de investigación, es lo que el país necesita. Consagradas a ese objetivo, colocadas en ese trayecto, admitiendo que ese ha sido nuestro compromiso, la gran mayoría de las universidades exigimos lo justo en términos presupuestales.


Lo hacemos convencidos de que el país tiene que salir de esta prolongada situación de incertidumbre. No lo va a lograr con una sociedad atrasada educativa y tecnológicamente. No lo hará si no cuenta con universidades de alto nivel científico. Entiéndase: el éxito económico de las naciones desarrolladas ha descansado en la educación. Lo confirman una y otra vez los premios Nobel de economía: en tiempos de recesión lo mejor es invertir en educación, que será la garantía de que el país se recupere sobre bases firmes y cuente con los recursos humanos para fortalecer las bases del crecimiento económico.


Bajo esta perspectiva, las instituciones de educación superior y de investigación, se vuelven estratégicas para el desarrollo nacional. Nuestra convicción tiene este sustento. Hemos tenido que superar incomprensiones y lo cierto es que hemos ganado terreno entre amplios sectores de la sociedad. Cada vez son más los sectores que creen que el futuro del país se sustenta en una mejor educación superior y que debe recibir el apoyo necesario para su desenvolvimiento.


Precisamente en el marco de la XL Sesión Ordinaria de la Asamblea General de la ANUIES, que celebraremos los próximos 21 y 22 de octubre en Tampico, Tamaulipas, vamos a evaluar la situación que guarda el tema del presupuesto para el 2010.


Hoy, nuevamente estamos frente a un momento trascendental para el futuro de la educación superior. Es nuestro deber moral defender nuestros recursos, es parte fundamental de nuestro compromiso con la sociedad no permitir un retroceso en los avances que tanto nos ha costado lograr en cuanto a la obtención de mayores recursos financieros. Es momento de salvaguardar, con toda nuestra fuerza y convicción, los intereses de nuestras instituciones.


A eso acudiremos los rectores a la Asamblea de la ANUIES: no sólo a fortalecer la defensa de nuestro patrimonio, sino también a promover la gestión de mayores recursos y mejores condiciones para nuestras universidades.


Revalidaremos el papel de las universidades en la sociedad, defenderemos nuestros principios, fortaleceremos a la educación superior y, por consiguiente, reafirmaremos nuestro compromiso con el desarrollo social de México.


Rector de la Universidad Veracruzana*


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