Raúl Arias Lovillo*
Son momentos decisivos para la educación pública. Ante la difícil situación que tendremos que enfrentar por el problema presupuestal del conjunto de nuestras casas de estudio, la Asamblea de la Asociación de Universidades e Instituciones de Educación Superior de México (ANUIES) es el termómetro fiel del estado de ánimo de las comunidades académicas del país. Así se demostró en la XL reunión del organismo nacional que tuvimos en Tampico, en la Universidad Autónoma de Tamaulipas (UAT), el jueves y el viernes de la semana pasada.
La incertidumbre y los cuestionamientos reinaron en la reunión. Hubo también desencanto y coraje. Mis colegas rectores expresan un sentimiento que compartimos todos: frustración porque todo indica que los logros académicos obtenidos a fuerza de voluntad y compromiso, no tienen correspondencia en materia de recursos para seguir adelante.
El tema del financiamiento está en el primer lugar de la agenda institucional. De eso no hay duda: todas las funciones sustantivas, proyectos y decisiones fundamentales, se ven marcadas por la situación financiera. No se trata sólo de un impacto sobre las tareas cotidianas de gestión, a cuyas limitaciones nos hemos habituado; me refiero a las consecuencias que esta contracción tendría en la Universidad Veracruzana en términos de su planeación estratégica, esto es, del futuro que queremos ir construyendo para las nuevas generaciones.
La disminución, el recorte o la falta de incremento –al menos respecto de la inflación inocultable– nos afecta gravemente. Veamos la gravedad del asunto: está planteado a la Cámara de Diputados por parte del Poder Ejecutivo Federal una disminución de 2 mil millones de pesos sobre el subsidio ordinario y 5 mil millones más sobre los fondos extraordinarios. El golpe es durísimo: paralizaría el desarrollo de la educación superior pública con impredecibles consecuencias. Eso no se puede ocultar.
Era ineludible definir colectivamente nuestra postura ante la amenaza evidente, y señalar los caminos a seguir como asociación representativa del grueso de las instituciones educativas del país. En primer lugar, y eso lo dije en la Asamblea, no podemos quedarnos con los brazos cruzados: debemos acudir a los dos frentes que nos son naturales, nuestras propias comunidades y ante la opinión pública, para que ambas robustezcan nuestra posición ante los legisladores, que en las próximas semanas tendrán que resolver los montos del presupuesto de egresos, una vez que se apruebe el controversial presupuesto de ingresos que hoy está en manos del Senado de la República.
Precisamente por todo ello, creo que son horas decisivas para la educación pública. Cada comunidad universitaria tiene que hacer su parte. A la Universidad Veracruzana la propia, la que resume deber y compromiso. En primer lugar, en ningún momento debe decaer el ánimo.
Le consta a nuestra comunidad y a la sociedad veracruzana que en otras circunstancias semejantes hemos actuado con responsabilidad y con prudencia. Hemos intentado poner por delante inteligencia, madurez y estrategia. Esta última, para sacar ventaja de la adversidad, de no dejarnos dominar por la pasión que ciega ni por el conformismo y el descuido que echa a perder lo logrado.
Por eso, lo prioritario es preservar lo que tenemos como comunidad: nuestra unidad y nuestras fortalezas académicas y culturales. Con ello, tenemos nuestro proyecto de futuro asegurado. Habremos de prepararnos para lo peor con lo mejor. Que no es poco.
Nuestra comunidad tiene historia, fortaleza académica y una gran reserva moral. Y tiene un proyecto de futuro al que no vamos a renunciar jamás. Nos anima, además, –y por supuesto que me incluyo–, que en el presente la comunidad trabaja intensamente y no le da tregua al inmovilismo ni a la duda.
Tenemos los motivos institucionales y las claves pedagógicas para reformar, innovar y transformar el modelo educativo en su esencia. Contamos con un factor que dinamiza el proceso: el programa Aula que está en marcha a gran velocidad. Estamos sentando las bases organizativas, técnicas y jurídicas para la descentralización, una descentralización que no fracciona sino que fortalece la unidad de la Universidad Veracruzana.
Asimismo nuestros proyectos de investigación y del posgrado galvanizan la sustentabilidad, generan y reproducen conocimiento, y son determinantes en el papel que desempeña la UV como palanca del desarrollo. Tenemos a nuestro favor, como si fuera poco, un proyecto arquitectónico extraordinario que resume el carácter humanístico y el compromiso de nuestra comunidad con el pensamiento elevado y con el desarrollo cultural: la construcción de la Sala de Conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX). Tenemos más, muchos más, para enfrentar este nuevo desafío.
Pero sobre todo, en esta hora decisiva para las universidades públicas, y en especial para la Universidad Veracruzana, estoy seguro de que está de nuestra parte la sociedad, las veracruzanas y los veracruzanos que han visto la sinceridad y la calidad de nuestro esfuerzo académico, quienes en esencia, son ellos y sus hijos que acuden a las aulas, la razón de ser de nuestra casa de estudios.
Por ellos, por Veracruz, seguiremos luchando por la defensa de la universidad pública. Por un financiamiento suficiente y decoroso, y por su aplicación cuidadosa y transparente.
* Rector de la Universidad Veracruzana
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